Edu Vásquez
III Ciclo
Al compás del claxon de los carros, salen las melodías de
muchos vendedores ambulantes, los cuales promocionan sus productos en diversos
distritos de la ciudad limeña. Desde carretilleros hasta comerciantes
ambulantes, realizan un, a veces fastidioso, concierto de voces para atrapar al
cliente.
“Chifles, chifles”, “Gaseosa helada”, “Tamales
calientitos”, son algunos de las publicidades que vocean en las avenidas.
Muchas veces se trata de un carrito pequeño (como de
súper mercado) o una carreta de madera, que puede transportarse fácilmente, y
pueden vender fruta, comida, accesorios, ropa, dulces o todo tipo de mercancía.
Podemos ver los productos, preguntar ‘cuánto cuesta sin
compromiso’, o simplemente pasar de largo. Percibimos a estas personas como
diferentes, porque tienen un trabajo distinto al nuestro, porque trabajan en la
calle, porque son informales.
Cada vendedor es un mundo, una historia que contar y compartir
con los demás. Algunos de esos relatos, son más dolorosos que otros, pero todos
cuentan con un punto en común: “Ganar el sustento diario y sacar adelante a su
familia”, afirma Maricela Suazo, una comerciante ambulante de dulces que labora
en el distrito de Barranco.
En Lima, cientos de personas ven a los buses como una
herramienta fundamental en su vida cotidiana. No precisamente porque los
transporte de un lugar a otro, sino porque son el espacio donde consiguen el
dinero para alimentarse.
"Cuando una puerta se cierra, otra se abre",
esta frase es, tal vez, el lema de estas personas que durante toda su jornada
se debaten con las puertas de los buses, esperando que alguna se abra para
poder ofrecer su mercancía.
La lucha de los vendedores es establecerse en un sitio
fijo donde ganar el pan de cada día, indica Cristian Gutiérrez, comerciante
ambulatorio de pulseras y collares artesanales, de Barranco. Pero a pesar de
esto, para ellos, su trabajo no es un castigo, sino una manera de vivir digna e
intensamente todos los días del año y dar una lección a esa sociedad que los
mira con desconfianza y los aparta.
Ambulantes
Solo en Lima Metropolitana se concentran unos 300 mil
comerciantes, de los cuales más del 70% son mujeres. Así lo informó la última
encuesta del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el año
2014.
“Me levanto a las 4 de la mañana para alistar mi producto
y camino desde mi casa (cerca de Gamarra) hasta el Jirón de la Unión para
trabajar [...] Con suerte llego a acabar de vender toda mi canastita de
cocadas, pues muchas veces los policías me quieren quitar mis cosas, porque
dicen que vender en la calle es un delito [...] Todos los días me esfuerzo en
trabajar porque si no lo hago, mi esposo, que está muy enfermo, no come",
indica Margarita Aylas, comerciante de dulces confitados del Centro de Lima.
Según el sociólogo Julio Sánchez Ruiz, profesor de
Realidad Nacional de la Universidad Nacional Tecnológica de Lima Sur (Untels),
"Las ciudades se ven cada día más bonitas. Pero la ciudad no son solo las
vías, son los ciudadanos, son los pobres. Y quitarles (a los vendedores
ambulantes) el trabajo sin ninguna estrategia para ubicarlos o darles
alternativas, no solamente es inhumano, sino también un grave peligro.
Lamentablemente, en este tipo de casos, no solo basta la creación de más
empleos formales, sino también una mejora educacional que encamine a los
ciudadanos, desde niños, al sector formal, brindándoles las herramientas necesarias.
Espero, de todo corazón que el presidente trabaje para cambiar la situación de
las personas que, por necesidad, se dedican al comercio ambulatorio, ya que es
una realidad latente del Perú”.
Persecución municipal
José Martel, fiscalizador municipal del Cercado de Lima, explica
que una de las labores principales del cuerpo al cual pertenece es
"controlar el cumplimiento de las normas municipales, entre ellas el
comercio ambulatorio, ya que los vendedores ambulantes, configuran una
alteridad en el orden de la estructura de la ciudad de Lima”.
El fiscalizador, explicó que, según la Ley Orgánica de Municipalidades,
los agentes de Fiscalización tienen autorización para decomisar mercadería que
se ofrece sin permiso municipal.
No es abuso
Sin embargo, aclaró, que de
ningún modo pueden apropiarse o deshacerse de ella. Por ello, el comerciante
infractor puede recuperar sus productos tras pagar la multa
correspondiente.
“Nosotros no estamos para maltratar a los ambulantes, ya
que hay formas apropiadas de realizar las intervenciones. Lamentablemente,
ciertos compañeros no son correctamente entrenados para nuestro trabajo”.
Todos hemos visto, con nuestros propios ojos o por
televisión, cómo las autoridades (los fiscalizadores) utilizan la violencia
para ahuyentar y muchas veces robar sus productos a los vendedores ambulantes.
Esto configura una cruel realidad que tiene que vivir cientos de ciudadanos
diariamente al salir a ganarse un palto de comida a las calles.
¿Vendedores informales o más delincuentes en las calles
de Lima?, ¿Qué preferimos?
Curso: Introducción al periodismo y géneros periodísticos
Profesor Italo Oberto-Besso P.
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