viernes, 14 de julio de 2017

REPORTAJE: La calle es su negocio

Edu Vásquez
III Ciclo

Al compás del claxon de los carros, salen las melodías de muchos vendedores ambulantes, los cuales promocionan sus productos en diversos distritos de la ciudad limeña. Desde carretilleros hasta comerciantes ambulantes, realizan un, a veces fastidioso, concierto de voces para atrapar al cliente.
“Chifles, chifles”, “Gaseosa helada”, “Tamales calientitos”, son algunos de las publicidades que vocean en las avenidas.
Muchas veces se trata de un carrito pequeño (como de súper mercado) o una carreta de madera, que puede transportarse fácilmente, y pueden vender fruta, comida, accesorios, ropa, dulces o todo tipo de mercancía.
Podemos ver los productos, preguntar ‘cuánto cuesta sin compromiso’, o simplemente pasar de largo. Percibimos a estas personas como diferentes, porque tienen un trabajo distinto al nuestro, porque trabajan en la calle, porque son informales.
Cada vendedor es un mundo, una historia que contar y compartir con los demás. Algunos de esos relatos, son más dolorosos que otros, pero todos cuentan con un punto en común: “Ganar el sustento diario y sacar adelante a su familia”, afirma Maricela Suazo, una comerciante ambulante de dulces que labora en el distrito de Barranco.
En Lima, cientos de personas ven a los buses como una herramienta fundamental en su vida cotidiana. No precisamente porque los transporte de un lugar a otro, sino porque son el espacio donde consiguen el dinero para alimentarse.
"Cuando una puerta se cierra, otra se abre", esta frase es, tal vez, el lema de estas personas que durante toda su jornada se debaten con las puertas de los buses, esperando que alguna se abra para poder ofrecer su mercancía.
La lucha de los vendedores es establecerse en un sitio fijo donde ganar el pan de cada día, indica Cristian Gutiérrez, comerciante ambulatorio de pulseras y collares artesanales, de Barranco. Pero a pesar de esto, para ellos, su trabajo no es un castigo, sino una manera de vivir digna e intensamente todos los días del año y dar una lección a esa sociedad que los mira con desconfianza y los aparta.

Ambulantes
Solo en Lima Metropolitana se concentran unos 300 mil comerciantes, de los cuales más del 70% son mujeres. Así lo informó la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el año 2014.
“Me levanto a las 4 de la mañana para alistar mi producto y camino desde mi casa (cerca de Gamarra) hasta el Jirón de la Unión para trabajar [...] Con suerte llego a acabar de vender toda mi canastita de cocadas, pues muchas veces los policías me quieren quitar mis cosas, porque dicen que vender en la calle es un delito [...] Todos los días me esfuerzo en trabajar porque si no lo hago, mi esposo, que está muy enfermo, no come", indica Margarita Aylas, comerciante de dulces confitados del Centro de Lima.
Según el sociólogo Julio Sánchez Ruiz, profesor de Realidad Nacional de la Universidad Nacional Tecnológica de Lima Sur (Untels), "Las ciudades se ven cada día más bonitas. Pero la ciudad no son solo las vías, son los ciudadanos, son los pobres. Y quitarles (a los vendedores ambulantes) el trabajo sin ninguna estrategia para ubicarlos o darles alternativas, no solamente es inhumano, sino también un grave peligro. Lamentablemente, en este tipo de casos, no solo basta la creación de más empleos formales, sino también una mejora educacional que encamine a los ciudadanos, desde niños, al sector formal, brindándoles las herramientas necesarias. Espero, de todo corazón que el presidente trabaje para cambiar la situación de las personas que, por necesidad, se dedican al comercio ambulatorio, ya que es una realidad latente del Perú”. 

Persecución municipal
José Martel, fiscalizador municipal del Cercado de Lima, explica que una de las labores principales del cuerpo al cual pertenece es "controlar el cumplimiento de las normas municipales, entre ellas el comercio ambulatorio, ya que los vendedores ambulantes, configuran una alteridad en el orden de la estructura de la ciudad de Lima”.
El fiscalizador, explicó que, según la Ley Orgánica de Municipalidades, los agentes de Fiscalización tienen autorización para decomisar mercadería que se ofrece sin permiso municipal.

No es abuso
Sin embargo, aclaró, que de ningún modo pueden apropiarse o deshacerse de ella. Por ello, el comerciante infractor puede recuperar sus productos tras pagar la multa correspondiente. 
“Nosotros no estamos para maltratar a los ambulantes, ya que hay formas apropiadas de realizar las intervenciones. Lamentablemente, ciertos compañeros no son correctamente entrenados para nuestro trabajo”.
Todos hemos visto, con nuestros propios ojos o por televisión, cómo las autoridades (los fiscalizadores) utilizan la violencia para ahuyentar y muchas veces robar sus productos a los vendedores ambulantes. Esto configura una cruel realidad que tiene que vivir cientos de ciudadanos diariamente al salir a ganarse un palto de comida a las calles.
¿Vendedores informales o más delincuentes en las calles de Lima?, ¿Qué preferimos?








Curso: Introducción al periodismo y géneros periodísticos

Profesor Italo Oberto-Besso P.

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