martes, 3 de mayo de 2016

No mueras

Sobre la cultura en estos tiempos cercanos a la segunda vuelta electoral...


Por: Ximena López Bustamante (VII ciclo).

El organismo cultural de este atesorado país no es un maniquí y mucho menos un cadáver. Todos existen pero no muchos viven. Política, economía, salud, educación, etc. son organismos que obtienen la misma importancia y trascendencia cuando se habla de desarrollo.

A puertas de acabar estas peculiares elecciones presidenciales, tras tachas, denuncias, entre otros fallos, apelo a cuestionarnos si algún candidato ha incluido reales políticas culturales en conjunto con las demás propuestas, para encaminar nuestro país. Sabemos a ciencia cierta la poderosa genética que arrastramos en las venas desde tiempos remotos. Esa misma herencia es la que nos hace un país emergente, un país que no se quiere quedar en la escala menor, uno que lucha y se abre camino en los horizontes del desarrollo y el progreso.

La pregunta siempre es la misma ¿por qué no apoyar la cultura y a sus voceros cuando el Perú tuvo y tiene un sinfín de artistas y creativos? Dichosos los que mantienen viva la llama de la esperanza y la motivación, los que mejoran en casa para después ayudar a los vecinos, a todos ellos los abrazo, los admiro. Entiendo que es difícil seguir maravillándose de lo que parece común. Entiendo que hayas caído en el cretinismo, que nada te sorprenda, que nada te emocione. Entre tanta banalidad, es difícil mantener clara la consciencia, despejados los sentidos y despierta la intuición. Sin embargo, existe el arte.

Entonces vino un hombre y rogó que no muriera, vino otro, otro y otro y la súplica era la misma: no mueras. Vallejo no mentía cuando en Masa escribía que ni todo el amor del mundo podría contra la muerte, pero sí el clamor de todos los hombres de este mundo. Son estas palabras las que muchos de mis compatriotas han olvidado o tal vez nunca escucharon. Son estas mismas palabras las que echaron a andar a un hombre que se suponía era un cadáver. Son estas mismas palabras las que suplico repitan: no mueras.

Al sobrino que empezó a dibujar sin motivo alguno y halló la calma, no mueras. Al peatón que encontró un puente peatonal y cruzó la calle, no mueras. A la madre que caminó un par de cuadras más para botar el desperdicio en la basura, no mueras. Al padre que llevó a su retoño al teatro y no a comprar banalidades, no mueras. Al joven que sigue luchando por sus ideales y un futuro mejor, no mueras. Al profesor que sigue memorizando nombres, no mueras. A ti mismo, que sigues creyendo en la unificación de los organismos institucionales de nuestro país y luchas día a día contra la crueldad del mundo, no mueras. A todo ciudadano que aún posee identidad, no mueras.

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